SANT JORDI EN LA BOLSERA
Cuentan que montaba un caballo de crines blancas como la nieve recién caída y que el metal bruñido de su armadura brillaba con un fulgor capaz de cegar al enemigo más temible. Llegó a la villa en reclamo de la petición del rey, que había visto cómo el azar elegía a su querida hija como próxima víctima de aquel infecto dragón que había quemado los campos y devorado a todo el ganado de la región. Las ovejas, las vacas, los cerdos que los granjeros dejaban atados a un poste resultaban del todo insuficientes, así que la desesperada población decidió añadir la carne humana al menú de la bestia, a la que le sería entregada una persona al día, elegida mediante un sorteo.
A San Jorge no le asustaban las hazañas de aquel calibre, no en vano había triunfado en lides de toda clase, así que con el beneplácito del rey cabalgó hasta el cubil del dragón, dispuesto a poner fin a sus tropelías de una vez por todas. Y así fue como el afamado caballero atravesó con su lanza el pecho del dragón, y de la herida mortal brotó en abundancia una sangre oscura que, al derramarse sobre la hierba hizo germinar una rosa; El obsequio perfecto para la princesa rescatada.
Así versa la leyenda más popular, la que todos conocemos, fraguada en una edad media proclive a ensalzar a guerreros populares a la categoría de héroes de cuento, sin preocuparse demasiado de que San Jorge fuera en realidad el hijo de un oficial del ejército romano destinado en la Capadocia, en la Anatolia Central. Poco les importará a los amantes de las leyendas que nuestro valeroso Jorge fuera uno de los guardias del emperador Diocleciano que en el año 303 d.c. se negó a perseguir a la comunidad cristiana y que, por no renunciar a su fe, fue decapitado en un 23 de abril.
Con esta mezcla de datos históricos y legendarios ha llegado hasta nuestros días la Fiesta de Sant Jordi, una tradición extraordinaria celebrada cada 23 de abril, principalmente en Cataluña, pero también en Aragón, Alicante, Cáceres o en provincias de Córdoba , Albacete y Vizcaya, en la que las los escritores se acercan a sus lectores para firmar ejemplares mientras las librerías salen a la calle para montar tenderetes rebosantes de libros y una colorida red de puestos de lo más diverso se afana en vender rosas para todas las princesas rescatadas de la ciudad.
Las Ramblas y el Paseo de Gracia son dos de los lugares de la ciudad de Barcelona más famosos, dos lugares emblemáticos que año tras año congregan a una población entusiasta que ha convertido Sant Jordi en una jornada que abandera la primavera, la cultura y el amor por el prójimo.
En la Bolsera disfrutamos especialmente de esta fecha. Su componente cultural nos entusiasma y nos complace formar parte de ella, disfrutando de sus encantos pero también contribuyendo con un packaging de calidad para el embalaje que protege los libros desde las editoriales a las librerías, o con el asombroso y variado surtido de bolsas con las que podréis llevaros a casa la leyenda, las letras y la sangre del dragón.
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